Treinta y seis
En el cielo que arropó la mañana de mi nacimiento Cáncer y Quirón estaban bajo la tutela del Sol. Géminis, con su doble máscara gemela, reposaba en el influjo de la Luna, que además extendía su régimen bajo la línea del medio día, junto a Júpiter y Mercurio. En el horizonte ascendente, Virgo afinaba su balanza. Marte y Venus se escondían del herrero en el signo del león. El oráculo afirmaba que haría mi vida en la corriente de las emociones, aprendiendo a curar mi herida (acunar mi veneno, limpiar la sangre acumulada) para ayudar a las heridas ajenas; que sería bueno en los juegos de ocultamiento, tramando en el lenguaje mi mentira y mi labor, quizás demasiado encandilado con mis propios laberintos; que tendría que aprender a aterrizar sobre las mundanidades del mundo proyectos de agua y viento forjados; que el amor y la guerra los ejercería a mordiscos.
En la tierra que meció la mañana de mi nacimiento mamá peleó con doctores y enfermeras exigiendo le devolvieran a su cría, a la que se habían llevado a incubadora, con la afirmación feroz de que la única incubadora que necesitaba era el calor de su pecho, y que si se negaban a obedecerla no quedaría piedra sobre piedra en ese hospital. Le hicieron caso, y fui un bebé canguro, demasiado pequeño para sus meses, demasiado ligero para la báscula. El calor de mi madre me sostuvo. También esa mañana papá en el hospital comprendió (creo que con dicha y pánico, ambas cosas atávicas y antiguas) que nunca habría podido imaginar un amor como el que sintió por mí. Me llevó de regalo un gallo de peluche al que bautizó Jerónimo, y que hoy, treinta y seis años más tarde, me mira desde la repisa mientras escribo esto. Aquí el oráculo afirmaba que tenía todo de mi parte: hijo de una pareja que se amaba, ambos primera generación de profesionales de sus familias, ambas con una terquedad luminosa que espero haber aprendido.
Entre ese cielo y este han pasado, ya lo dije, treinta y seis años. En el proceso fui un niño solitario que nunca comprendió muy bien cómo encajar con sus amiguitos; un adolescente mitómano que construyó (para deleite propio y ajeno) versiones tan enrevesadas de su vida como de sus muertes; un joven lleno de rabia que estrelló la cabeza una y mil veces como el ladrillo transparente de Cortázar, seguro de que al final algo tenía que quebrarse; un hombre que aprendió a respirar. En el proceso aprendí a leer y a escribir, y no he dejado de hacerlo; fui un árbol en una obra de teatro; me enamoré de algunos de mis compañeros de colegio y nunca se los dije porque creo que nunca me permití comprenderlo del todo; me emborraché más de la cuenta; metí más drogas de la cuenta; escribí poemas a las tres de la mañana mientras caminaba por las calles vacías de la ciudad; me dejé atracar diecinueve veces; abandoné dos carreras; recogí una pinza para el pelo chamuscada en los escombros de un barrio que ardió un diciembre; escribí cartas; escribí cuentos; leí mucho; despedí a los amigos muertos por accidente, a los amigos muertos por propia voluntad; encontré el amor y perdí el amor varias veces hasta que encontré el amor y fue como encontrar la vida; adopté una perra; me casé; aprendí a respirar.
Todo inventario es parcial e injusto. Hoy, bajo esta luz, bajo este cielo, en esta tierra, me basta con esta cadena aleatoria de sucesos para llegar a una constatación sencilla. Aquí estoy, vivo, pese a todo. Y no es poca cosa. Lo que quiero decir es que al final parece que cada átomo está en su sitio.
Lo que quiero decir es gracias.
Gracias. Gracias. Gracias.
(30-06-2025)
La muerte es un bicho voraz
La muerte es un bicho voraz y todo le cabe en la boca, puede tragarlo sin masticar y el olvido lo siembra cuando el aire la toca, y nunca se puede evitar su presencia es parte del todo, por más que uno se mueva y la quiera esquivar siempre encuentra el camino, la estrategia y el modo. Porque es un enjambre voraz que zumba sin cesar al oído y su canto que hechiza puede confundirse muy bien con las campanadas del ruido. (10-12-2025)
El peso de una sombra
No hay fórmula que permita calcular cuanto pesa una sombra. No hay una ecuación, ni una equis por despejar, ni un algoritmo capaz de organizar los datos y postular una respuesta. A lo sumo enumerar la cuántica gravitatoria de la voracidad de los agujeros negros que se traga incluso a la ligereza de la luz. Pero la sombra no es la luz ni como ella, no sabemos si onda o partícula o si su velocidad o si su ausencia. Pero sabemos que pesa así su peso sea incalculable. (12-12-2025)
La vida
Y de golpe, la carcajada. Porque vivir es un gozo pese a todo el dolor, porque hay parodias de la vida aconteciendo, y hay belleza en las cosas que cruzan tu camino, y hay amigas con poemas, y palabras sabias. No, personas sabias que te dicen cosas. Y así, la vida, la vida, la vida. (13-12-2024)
La memoria de las cosas
Pienso en la injusta duración de la memoria de las cosas. Un agravio perdura con claridad, como los errores cometidos, como el dolor. La bondad apenas brilla se apaga, centellita, luciérnaga, flor de gloria de la mañana. Tal vez la felicidad consista en invertir los valores de lo efímero y lo eterno. Tal vez así pueda vivir en agradecimiento, vivir en asombro. (14-12-2024)
Contraseña
El peón frente al rey avanza dos casillas, luego el alfil también junto al rey traza su diagonal hasta el centro del tablero. Entonces es el turno de la reina que realiza dos movimientos sucesivos: primero al centro del tablero y luego al rey enemigo. Si todo sale bien se llama mate pastor, cuatro jugadas para la victoria. Claro, al final hasta los principiantes lo conocen y saben los contrataques. Pero es bello saberlo, como una especie de contraseña, de signo para reconocernos entre nosotros. (14-12-2024)
Una tarde de la infancia en Santa Marta
La imaginación suple la memoria: veo un piso de baldosas rojas y piedras entre las juntas, el calor de la siesta amodorra a los adultos y Julio y yo nos sentamos afuera. El cuaderno digamos es argollado y el lapicero un lapicero cualquiera. Yo dicto y él escribe. Es uno de los momentos en los que quiero lucir mi inteligencia, cosechar elogios, alimentarme con la admiración de los adultos. Es decir, sé por qué hago lo que hago. Pero el misterio es por qué hace él lo que hace, si hay tantas cosas mejores por hacer. Su bondad generosa. Ese es el recuerdo. Lo demás: utilería. (14-12-2024)
Hamlet
La muerte es el misterio del que todos los otros son ensayo, incluyendo a la vida, incluyendo al amor. Al final todo confluye en el nudo de esa última pregunta, en la luz y en el túnel, en el Reino y en el Bosque, en el círculo y la espiral. Vivir es prepararse para conocer lo que no puede de ninguna forma conocerse, para revelar lo que no puede de ninguna forma revelarse, para habitar lo que no puede de ninguna forma ser habitado. Ser y no ser, esa es la verdadera y única cuestión (14-12-2024)
Ley
Los verdulejos roban turba de coco de las materas para fabricar sus nidos. Cantan mientras construyen y así el canto alfombra el tejido donde será nueva la vida nueva. Todo lo que existe toma lo que su existencia necesita, y todo lo que existe entrega lo que el mundo le pide. No hay distancia entre nido-verdulejo-turba, entre canto-huevo-vida, entre tejido-vuelo-muerte. Hay que entenderlo aunque nos duela en los huesos para ocupar nuestro lugar en la familia de las cosas. Entender que somos turba y nido y vuelo y huevo y canto y tejido y vida y muerte, aunque nos duela. El mundo todo toma; el mundo todo entrega. (14-12-2024)
El canto y la trama
Aunque los días de sol han reducido el caudal de la quebrada a un hilo la vida que la rodea se agita como siempre: hay canarios que comen insectos diminutos del envés de las hojas de los laureles, ardillas que trepan por los troncos retorcidos de las enredaderas, loras que alegan y clavan en tu paseo su ojo parlante justo cuando pasas bajo ellas. El verde no declina aunque el calor lo mengüe y pese a la sed el canto y la trama continúan su labor de existir sobre la Tierra. Así la vida cuando brilla sobre ella el astro de la muerte, y así, así, hasta que llueva. (14-12-2024)
Sobre la escritura cotidiana de poemas
Todo el mundo debería escribir poemas. No digo publicarlos que eso es otra pendejada que no importa ni cinco. Pero escribirlos y tenerlos en un cuaderno o en las notas del celular, y compartírselos a los amigos diciendo que a lo mejor eso no es un poema pero que vean ese poema que escribieron. Entonces otro perro ladraría y estarían menos ocupados los psiquiatras y más vacías las cárceles y serían menos tristes los suicidios. Porque quien escribe poemas sin pensar en publicarlos es un alma noble que descubre su propia compañía. El resto es historia, que la cuente un pescado, escribió un amigo en un poema alguna vez. (14-12-2024)
Tierra
No habrá rueca celeste donde enredar las penas, sólo tierra: crisálida de barro en hueca mansedumbre; polvo que convoca, ceniza que congrega; y una trama taciturna de bichos y raíces que a tu carne devuelven un sentido de unidad. Un solo corazón: el corazón del mundo. Una única mentira: que la muerte es posible. (15-12-2024)
Llegar a casa
Me esmero en respetar las canas de mi barba y cuando una nueva brilla entre la maraña lo celebro con bombos y platillos porque bien arduas me han costado. Estar ahí frente a frente conmigo, de pie ante el asombro que sostengo y me sostiene. ¡Cómo no voy a gritarle golazo a la vida cuando el cuerpo me pinta las señas del tiempo! Bienvenidos pelos blancos, y calvicie hermosa, y arrugas en el borde de los ojos abiertos. Es un verdadero honor verlas llegar a casa. (16-12-2024)
Rom-com
Nuestro amor no pertenece a la pluma de Shakespeare, ¡somos tan afortunadas! Nada de violentas pasiones que requieren violentos finales, ni de duelos a muerte con la muerte misma, ni de idilios prohibidos por leyes y mandatos. Ni celos encendidos, ni sangre ambiciosa tiñéndonos las manos, ni locuras fingidas que son la refinada forma del dolor y la soledad. No, no, nada de eso, o al menos no demasiado. Risas, eso sí, por favor, y un par de malentendidos, y declaraciones bajo la lluvia, y momentos cursis, y el mejor sexo de nuestras vidas. Como si hubiesen estado a cargo de narrarnos Nancy Meyers o Nora Ephrom. Que ellas saben de que hablan cuando hablan de amor. (Para María) (16-12-2024)
Penélope
Si eres amable al poema el poema permite intacto tu regreso. O lo permite y eso es suficiente porque antes del poema está la vida y nadie vuelve intacto de la vida. Hay grietas donde antes lucía perfecto el dique y corrientes nuevas y lluvias y arrugas en el borde de las cosas. Pero todo eso el poema lo agradece y con sus hilos construye su madeja y ahí estás de nuevo en el punto final como si hubieras inventado una casa desde cero. (29-12-2024)
Terquedad
Lo más difícil es superar la sensación de que lo escrito es una mentira, un fingimiento. Que no hay un alma allí, nada que anime la caligrafía, nada que se muestre superior al alfabetismo que permite poner una letra junto a otra. Sentir, estar plenamente seguro, que nada hay en lo escrito, que toda tu escritura es un fracaso. Y peso a esa convicción seguir escribiendo para llevar el cuento o el poema a su final. Para llevarse uno mismo en contra de su voluntad más allá de la próxima página. (03-01-2025)
Envejecer
Me encanta envejecer. En parte porque confío estarle haciendo caso al bufón del rey Lear, y tener sabiduría antes de tener años en mi haber. En parte porque la certidumbre del tiempo me aclara la mente, me ayuda a fijarme cada vez con mayor precisión en los filamentos esenciales de las cosas, y eso es una clave de felicidad. También en parte porque durante una buena porción de mi vida creí que iba a morir antes de los treinta, así que estos seis años extra son maravillosos.
Tenía planeadas un montón de cosas para hoy, pero creo que elijo solamente descansar. Eso haré. Ganar calma. Ganar fuerzas.
En los poemas de esta entrega aparecen varias tristezas. Sobre la escena en Santa Marta un estudiante, Juan José, me regaló un poema mucho más hermoso que el que yo alcancé a componer. Eso, saberme narrado en otras voces, y saberme acompañado por ellas, me da fuerzas. A Juan José, nuevamente, muchas gracias.
Y a ustedes, como siempre, por estar, por leer.
¡Alegría!
Una vida muy bien vivida, dejando siempre un legado en los otros. Construyendo a qué nos enamoremos de las letras, las palabras y las historias... Espero que esos 6 años extras se multipliquen por tantos como la buena actitud y buena vibra te lo permitan
Qué vaina tan hermosa, que canto a la vida, que desfile de buena vibra... ¡Gracias Lucas! Santa Fe Campeón