023. La belleza de las palomas
Contenido: 1 ensayo, 15 poemas, 1 clip de YouTube, 1 invitación, 1 mensaje
La belleza de las palomas
En el rincón tropical desde el que escribo abundan las especies coloridas. Enviamos, cada tanto, fotos de bichofués al grupo de la familia, hay registros detallados de las loras que se atiborran con los frutos del eugenio sembrado frente al balcón de mi mamá, una familia de gavilanes canta su grito prehistórico ante las miradas asombradas de los transeúntes. Qué decir de las guacamayas, roja garra en el verde de los laureles, o de los coquitos (que en otras partes llaman ibis) con su perfil de jeroglifo, o de los azulejos y los verdulejos en las palmas. De los canarios, puñado de oro en las mangas. De los colibríes, soplo fugaz en la miel. Aves todas de redundante hermosura, elogiadas por las cámaras que estampan sobre ellas nuestra admiración.
Permítaseme entonces hablar un rato de la belleza de las palomas, que en ese ecosistema de abundantes contrastes reciben poco o nulo elogio, y que en no pocas ocasiones, a causa de los cagados vidrios de un carro parqueado en sombra o de su insistente escarbar en los techos vecinos de la iglesia, son tratadas más bien con franca hostilidad, elevada su categoría a peste y comparadas con las ratas, otro animalillo urbano tan hermoso como repudiado, y que sólo a causa de ese vicio nuestro de tirar comida en cualquier parte a cualquier hora consigue despertarnos problemas de convivencia.
La primera parte de mi elogio se centra en la diversidad. Todo individuo puede ser arquetipo de su especie, y así una paloma es, ciertamente, todas las palomas. Pero por fuera del mundo de las abstracciones es inmensa la diferencia observable entre una paloma y la siguiente. Más difícil es notar, por ejemplo, dos guacamayas distintas, o diferenciar a ciencia cierta un azulejo de otro. Con las palomas, en cambio, es sencillísimo.
Las hay con diferencias radicales: el cuello tornasolado u opaco, el plumaje parejo o moteado, los tonos grises o blancos de las alas. Y luego, las combinaciones múltiples de esos factores: cuello tornasolado y plumas moteadas, plumaje parejo y blanco blanco blanquísimo (le mando saludes al Padre y al Hijo cada vez que me cruzo con una que cumpla estas características), tono opaco sólo en la cabeza y brillante en el resto del cuerpo. Le invito a hacer el ejercicio la próxima vez que visite un parque de esos que todavía visitan las palomas. Mire y busque diferencias: verá que además de entretenida la tarea resulta estimulante.
Hablando de parques, ahí cae la segunda parte de mi elogio: la paloma es de una resistencia admirable. Las hemos intentado expulsar de esos espacios que alegamos sólo nuestros con todos los medios posibles, algunos más amables que otros, y entre esos otros algunos terriblemente crueles. Y ahí siguen, ellas, más allá del veneno o de las trampas, paseando sus cuerpos tumorosos o tambaleándose sobre los muñones que dejó la amputación parcial o total de una de sus extremidades inferiores. Dignas y torpes y aferradas a la vida con una ferocidad alucinante en una animal tan manso.
Sí, ya sé, ya sé que aquí es donde ebullen los argumentos de la salud pública, y que hay un estreptococo palomero que nos está enloqueciendo, y que el contacto directo en el ojo con la caca de una paloma (que puede llover sobre uno en cualquier momento) dicen que causa ceguera y el síndrome de Casandra, y que en los parques donde propagan su peste hay además niños y niñas inocentes a los que hay que proteger a toda costa, y que hay que cuidar las fachadas patrimoniales de la corrosiva acción de los químicos contenidos en sus deposiciones; así que por eso cubrimos la iglesia con alambre de púas, e instalamos trampas para capturarlas infraganti, y rociamos veneno en los parques donde juegan los niños. Ya sé, ya sé, lo comprendo.
Pero, así y todo, y esta es la tercera y última parte de mi elogio, ahí siguen las palomas, entregándonos a cambio de nada su cotidiana, su mundana, su generosa belleza. Aunque las persigamos y denostemos, aunque les neguemos su lugar en la vida, aunque les llamemos con nombres y las aplastemos con los carros que se rehúsan a frenar por tan poca cosa. Ahí siguen, sin problema, dejando que las miremos y las convirtamos en símbolos de cosas.
Con su belleza indomable, si nos atrevemos a verla, claro. Si nos atrevemos a buscarla, por supuesto.
(22-06-2025)
Hervir el agua
El hervor anuncia el día. Hay bichos que se mueven buscando la luz del sol, las palomas que duermen en el nicho del patio esponjan las plumas, los árboles abren las hojas como si fueran cuencos. En las casas suenan alarmas radios celulares y los borborigmos de los caños. Poco a poco el día anima la vida que acoge. Yo escucho hervir el agua y voy con el cuerpo por delante para decirle al tiempo bienvenido otra vez esta es tu casa. (21-11-2024)
El actor o el escenario
No comprendo del todo por qué hago lo que hago, por qué trabajo en lo que trabajo, por qué acepto lo que acepto. El yo-eterno-desconocido no me parece tanto un enigma metafísico como un acertijo mundano. Es decir: lo de adentro, todo bien; lo de afuera que desconcierto tan bravo. Si soy lo que soy por qué no hago otra cosa que se asemeje más a mí. Este jueguito de máscaras ya me viene cansando. Démosle con calma a ver si se revienta antes el actor o si no aguanta el escenario. (21-11-2024)
El molino de café
Para ejercitar el músculo del asombro considere las texturas del molino de café cada mañana. El frío rugoso del cuerpo metálico firmemente asido con la mano izquierda contrasta con la suavidad tibia y vegetal del mango de madera que rota danzando en la derecha. Sorpréndase de no saber cómo se llaman las partes de un molino de café y prométase buscarlas en algún momento de su jornada. Aspire el olor del café recién molido y el aroma cuando vierta el agua. Repita siempre que sea necesario. (22-11-2024)
Cosmogonía
No sé mucho de constelaciones, la astrofísica no está entre el puñado de cosas que no ignoro por completo. Sin embargo, algo intuyo cada vez que monto el café por las mañanas. Primero los granos se destrozan con movimientos bruscos e inevitables, una gravedad que los devora y los libera en pedazos en el recipiente-cafetera. Luego el agua hirviendo, magma donde trazan remolinos y colisiones. Y ahí, aguardan, se decantan flotando siguiendo azarosas normas que responden a los tamaños y formas aleatorias de los trozos. He buscado señales en ese cielo y en ese sedimento leo mi fortuna. No sé nada de astrofísica, pero algo así tiene que ser el universo. (22-11-2024)
Balada de la dicha en bicicleta
Zigzagueo pedaleando entre los carros quietos y al taco le saco su tonada; tarareo entre los dientes para no tragar smog y me amenizo el trasegar con mi alabanza. Bendigo al sol que las nubes encapotan y al viento que me sopla mi canción; bendigo al pavimento que me guía y me sostiene y al tiempo que nada teme pues no cabe en un reloj. Voy eterno por la vía y sin preocupaciones, con Ítaca en la mente la brújula no falla. Un hilo tira recto de mi corazón; la batalla ya gané el día que comprendí que vivir es disfrutar la creación. (29-11-2024)
Primera escena
A las seis de la mañana uno de los camiones de Emvarias para a desayunar en el corrientazo del primer piso. Uno de los operarios grita “¡Rocíooooooo!” a modo de saludo, y lo repite infatigable hasta que ella grita desde la cocina “¡Hijueputaaaaaa!”. Ocurre todos los días a las seis de la mañana y anuncia que la jornada puede comenzar. (29-11-2024)
Envoltorio
A veces el mundo aplasta. Pone en nuestras cabezas su pulgar y presiona como un niño estallando las burbujas plásticas del envoltorio que le entregan para entretenerlo. Quién sabe qué delicado y valiosísimo tesoro protegemos con nuestros órganos tibios, qué presente guardamos y quién es su destinatario. Y si ya lo entregamos nos desechan para el juego de infantes letales que sin maldad nos revientan. Pero jueguen con cuidado en verdad les advierto, númenes invisibles, pues llevo inscrita en el alma una nota de precaución: “Advertencia alto riesgo de asfixia”. (29-11-2024)
Una gota a la sed
Lo cotidiano es herida. Sólo en la grieta de tu carne existe el mundo. Tinta de sangre y alucinación escribe la materia de las cosas. Quién abrió tu costado, quién con sus dedos hurgó en tus entrañas. Vivir es testimonio de tu terquedad y de tu fe. Sostienes el borde abierto de tu cicatriz encendida como quien ofrece un candil a lo oscuro: una gota a la sed. (29-11-2024)
El poema
El poema, siempre el poema. En el fondo del bostezo, al filo de la mirada, tibio sobre la piel o ruñendo el hueso. Como un perro, o como un piojo, o como un pájaro anidando entre los pelos de tu barba: el poema, el poema, el poema. A lo mejor no éste, no; a lo mejor ni siquiera un buen poema. Pero un poema, el poema; todos los poemas, el poema. Llévelo, llévelo, cántelo. El poema, siempre el poema. (05-12-2024)
Oráculos
Cada semana consultamos juntas los oráculos. Barajamos cada una su tarot, lanzamos cada una seis veces las tres monedas del I-Ching. Tomamos nota del dictamen, de la imagen, y comentamos la interpretación (el oráculo siempre acierta es el intérprete quien se equivoca) para que a dos voces sea más nutricia. Luego vivimos como si tal cosa. Algo he aprendido en esas jornadas: mi destino es mirar el destino contigo. (Para María) (05-12-2024)
Otras postales
Si alguien me pregunta, si al final resulta que sí hay una balanza en donde equilibrarán mi corazón con una pluma, si debo responder una última prueba consistente en una única pregunta; diré que en la mañana con dedos de rosa escuché la algarabía de las loras y vi bandadas de coquitos tejer el cielo claro antes de que fuera el sol, y que en la cúpula de la iglesia se derramó la luz desde sus largos picos. Si eso no basta, si eso no me justifica, que me den tiempo: he coleccionado muchas otras postales parecidas. (06-12-2024)
Komugi, ¿estás ahí?
Todos necesitamos un alma afín que sostenga nuestra mano cuando el miedo agote nuestras fuerzas. Komugi, ¿estás ahí? Alguien que guarde nuestro nombre en su ternura y nos desee dulces sueños y nos redima de la infamia que pudimos cometer. Komugi, ¿estás ahí? Y que nos vea como nadie supo vernos, y nos prometa el reencuentro. Otra nueva oportunidad, otra partida de nuestro juego favorito. Komugi, ¿estás ahí? (06-12-2024)
Molienda
Este es el secreto de la herida: todo lo que está roto brilla y en su luz derrama la vida que le falta. El grito que nunca brota dentro. La piedra que muele implacable el corazón. (06-12-2024)
Nada importante
Todo lo vivo se aferra a la vida. He visto helechos apenas chamizos insistiendo en aguardar el agua que alivie su sed, su sequía. He visto animales reptar reventados arrastrando las tripas. Lo natural es prolongar el instante previo a la muerte, y luego morir como si no fuera nada importante. (07-12-2024)
Como los ángeles
El escarabajo de latón me mira impávido mientras preparo el café y escribo los poemas de la mañana. Fue un regalo de Amparo, mi abuela, el último que me hizo antes de morir y el único relevante. Funciona, además de testigo, de cenicero. Ya no fumo como fumaba antes. Pero igual me gusta saber que hay algo capaz de guardar cenizas bajo sus alas. Como dicen que hacen los ángeles. (07-12-2024)
Una invitación: Taller de collage con María en San Vicente Fundación
Queridos, queridas, querides. Este jueves 26 de junio María vuelve a acompañar un taller de collage. Va a ser en Fundación San Vicente, que queda en el Hospital. Hay distintas tarifas si están afiliadas a Comfama, en caso de que no hay también un precio general. María es una de las personas que más ha pensado sobre su oficio, y lo ha cultivado con sensatez y hondura. Además ha preparado a fondo el espacio, y estoy seguro de que llenará a quienes asistan de belleza.
Todavía hay cupos, aprovechen. https://tienda.comfama.com/taller-de-collage-rastros-y-retazos/p aquí el enlace. ¡Alegría!
El hábito y el monje
Me hace muy feliz mantener al día este boletín. He leído los comentarios y medito sobre los cambios necesarios para que este espacio sea disfrutable no sólo para mí. Pronto veré cómo darle forma al consultorio literario. Decidí, en cuanto a la extensión, llegar a una suerte de equilibrio: si el ensayo está entre las 600 y las 800 palabras, 15 poemas; si entre las 800 y las 1200, 10; si más de 1200, 5. Así compagino la libertad de la escritura (que sea el tema el que me dicte lo largo) con hacer manejable el contenido total para una sola sesión de lectura. Ya veremos qué tal nos resulta, y vamos ajustando.
Esta semana les comparto la invitación al taller de collage que estará acompañando María el jueves 26. No puedo dejar de insistir en el privilegio que es compartir con María las conversaciones, reflexiones y prácticas de la creación. Que puedan hacerlo quienes asistan es grande belleza.
Comparto en el bloque de poemas una de las escenas de ánime que más me gustan. Es sacada del arco de las hormigas quimeras, en “Hunter X Hunter”, que tal vez sea mi caricatura favorita, y si no lo es, sí es la que más he visto completa. El poema salido de la escena (“Komugi, ¿estás ahí?”) debe su existencia al libro de Paola Llamas Dinero titulado “Poemas para otakus”. Sus poemas dedicados a Neon Genesis Evangelion y a Cowboy Bebop fueron una celebración con alta fiesta para esa parte de mí que durante la adolescencia nunca creyó que fuera a encontrar el amor. Al Lucas adolescente: tranquilo, dulzura, que la angustia se hará más llevadera.
Y eso es todo. Nos leemos la próxima semana. Como siempre, gracias por leer.
¡Alegría!
Que belleza todo, las palomas, los poemas... Grande Lucas!
Qué gracia, lo del molino de café; qué locura, lo del poema, y qué tierno lo de “como los ángeles”.