018. La invencible alegría de mi oficio inútil
Contenido: 1 ensayo, 15 poemas, 1 foto, 1 zappai, 1 invitación, 1 mensaje
La invencible alegría de mi oficio inútil
He visto una luz. Un destello apenas, o magma acaso. Un instante resplandeciente en el fondo de una mirada abierta, un relámpago en la voz. A veces surge de carne joven, de cuerpo adolescente, de mente inexperta. A veces años tiene, arrugas en las manos, la memoria profunda de las décadas. No importa: es luz idéntica, la misma vibración, el mismo amperio. Si me preguntan por la vida eterna diré que es esa: el latido luminoso dentro del corazón humano. Redención. Expansión. Alegría. Una alegría invencible. La alegría invencible de mi oficio inútil.
No recuerdo cuando empecé a acompañar talleres de escritura. Sé que durante la pandemia dirigí tres. En la casa de la cultura del Poblado, en la de Ávila, en la de Popular. Virtuales todos. Sobre literatura en general, sobre literatura fantástica, sobre diarios personales. Al final publicamos una antología conjunta. Una de las participantes se encargó del diseño editorial. Hubo un lanzamiento, virtual también. Eso fue en el 2020. Quizás venía dando talleres desde antes, pero no lo recuerdo con claridad. Digamos que empecé ahí, en la pandemia, y que son cinco años entonces aprendiendo cómo se hace esto.
También en la pandemia apareció Guarida. Poco después de la muerte de mi abuela. Necesitaba algo que me sostuviera y esa fue la respuesta. Guarida sigue activo. Cinco años de trabajo cada lunes, cinco años de encontrarme con desconocidos que se convirtieron en amigos, con desconocidas que luego conocí en el mundo real. Cinco años viendo la transformación en la palabra: el efecto técnico de la insistencia en la formación literaria, el efecto espiritual de las comunidades que se reúnen alrededor de una pasión común, de una búsqueda común.
Alguna vez uno de los participantes me preguntó por qué lo hacía. Por qué un taller literario gratuito. Comprendo su extrañeza. Hoy, en este mundo, aquí. La respuesta es la fe. La respuesta de lo inexplicable siempre es la fe. Creo en la literatura. El mundo es terrible y hermoso. Para reparar lo primero y darle vida a lo segundo hay que comprender dos cosas. En los demás su singularidad gloriosa y su semejanza cercana. En uno mismo su capacidad y su necesidad irreprimible de crear. Empatía, compasión, misericordia: la primera. Esperanza, imaginación, creatividad: la segunda. Y ahí mi fe: ambas se consiguen con literatura.
Ojo: no con libros, no con lectura, no con clases de escritura, no con talleres. Con literatura. Ese es el secreto de lo que hago y de por qué funciona. Porque no estoy hablando de una habilidad, de un conocimiento, de un saber: hablo de una forma de vida, de un oficio que se convierte en el lente a través del cual se viven todas las demás cosas. Literatura: saber que todo lo que ocurre es creado, y que lo inevitable también es un verso compuesto por alguien. Literatura: saber que la bondad y la maldad son contingentes, y que se pueden promover según se hagan esas contingencias. Literatura: comprender que la distancia entre la verdad y la belleza no es, que de mera ilusión se trata. Literatura: reconocerse animal creador, por capacidad y necesidad, y ceder a ese llamado con el jolgorio de quien se descubre mortal de inmortalidad embriagada.
Hablo de literatura.
Y en ocasiones, cuando lo hago bien, cuando consigo dar con el tono y la instrucción adecuadas, cuando creo un entorno en donde puede manifestarse, cuando algo entre lo que recomiendo leer consigue resonar en quien me escucha, y quizás por una palabra o un silencio, y quizás porque justo concordaron dos pulsos remotos, ahí, en ocasiones, aparece. Y alguien que nunca había escrito, y alguien que no sabía que eso estaba ahí, y alguien que lee con la carcajada eufórica en el fondo de la lengua, se anima a compartir su reciente creación.
Un pequeño poema, un relato breve, una lista. Entonces, la luz. Irreprimible, invencible, inigualable. Dice “yo he creado esto”. Dice “yo puedo crearlo todo”. Y luego, en chispazos, nota a quienes le escuchan, a quienes con atención dan cabida a su palabra, y corrige. Dice “hemos creado esto”. Dice “podemos crearlo todo”.
Cuando me siento devastado por el mundo pienso en esa luz, para dejarme inundar por su certeza. Una certeza. Una sola. Ese latido luminoso en el corazón humano. Esa luz que conecta todo lo que toca. Redención. Expansión. Alegría. La alegría invencible de mi oficio inútil. Esa luz. Una luz. Existe.
Créanme. Yo la he visto.
(18 – 05 – 2025)
Anima Mundi
En todas partes o mejor en cualquier parte todo el tiempo hay un niño inflando una pelota de fútbol. Lo vimos jugando en Madrid con camisas piratas del Real; luego en las termas de Trajano dentro de una piscina vacía, inmune a la marea de turistas que se volcaba sobre el coliseo; y ahora en un parque de Florencia: dos hermanos y su hermana llenan de aire el balón con seriedad de astrólogos interpretando el futuro del mundo. En cierto modo eso hacen. La pelota es redonda como el universo. He ahí, pienso, otro dios que no comprendo pero al que he ido aprendiendo a respetar. (27-09-2024)
Grafittis
En este mundo de frescos y esculturas antiquísimas me gusta también mirar los rayones en las paredes. No los murales, no eso que llaman arte urbano (en homenaje al papa, supongo) sino las rayas apresuradas, los mensajes con caligrafía tosca, los esténciles, las marcas de tiza. Uno traduce “están floreciendo flores en la Antártida”. Otro reclama “libertad como los ultras” y otra mano que seguro conoce el espanto le raya encima “¡Mierda!”. Dos veces en Roma encuentro el mandato “Piensa poético”. Eso intento, amigue, eso intento. (27-09-2024)
La Primavera
Para María.
Lo primero que María y yo
creamos juntas fue un fanzine
cuyo tema fue Primavera
en homenaje al cuadro homónimo de Botticelli
que a ambas nos encantaba.
Nuestra historia de amor
empieza verdaderamente ahí:
en el instante en que decidimos
compartir la intimidad que crea.
El fanzine lo distribuimos gratis,
lo llevamos a Bogotá
en el primer viaje largo que compartimos.
Desde entonces no hemos dejado de crear.
Hoy, diez años más tarde,
estuvimos de pie frente al original.
Las argollas en nuestros dedos
llevan inscrita una palabra en griego
“simpoiesis”
que traduce algo así como
“crear con otros”.
Ante Botticelli reafirmo mi voto
y mi esperanza:
que estar con vos sea
crearlo todo desde cero,
y sobre todo inventar
tras cada invierno del mundo
la Primavera,
la primera verdad.
(27-09-2024)
Lagartijas
Rápidas se ocultan en sus grutas las lagartijas. La fuente de Neptuno tiembla al viento. Somos criaturas que se esconden de prisa y que tiemblan cuando fuerzas invisibles las agitan. Alma de lagartija, alma de agua, dame tiempo para comprender, para comprenderme, y así poder llevar cada jornada más cerca a la felicidad. (28-09-2024)
En un banco de los Jardines de Bóboli
Recibo el viento de Florencia en la piel estremecida. Es el mismo viento y claro es un viento completamente diferente. Lo mismo ocurre con el agua, lo mismo, con la tierra. Y conmigo, por supuesto, que no soy otra cosa más que el rumor del ventarrón entre las hojas, y el latido de las lagartijas bajo la tierra, y el lento movimiento del agua donde Neptuno pesca su antiquísimo reflejo mientras nada a su alrededor una pareja de patos celebrados por los niños que festejan en la orilla su milagrosa aparición. (28-09-2024)
Escala
Presta atención a la vida minúscula que se agita a tu alrededor: la marcha zigzagueante del cienpiés entre las piedras; el vuelo amarillo de un abejorro silencioso; el canto de los pájaros pequeños, y el gruñido de los grandes; las hojas que suavemente se entregan a la gravedad; la anciana que se esmera en fotografiar el pino, y algo que intuye en esa luz —tal vez el invierno, tal vez la soledad, tal vez el frío. Es en lo pequeño donde se mueven los astros. Regálale tu atención —tu pequeña atención— y te dará a cambio su milagro. (29-09-2024)
Escena en un jardín de la Logia dei Pesci
La mujer levanta la vista al cielo. Algo busca y algo encuentra. La hondura azul inmutable de este otoño. La pasajera constancia de las nubes y el viento. O el sol, el irredimible sol que es a la vez luz y calor y alimento. Subestimamos la importancia de los jardines en otoño, un oasis de abundancia antes del ahorro del invierno. La vida que de puro brillo es pura presencia, la esperanza que repta y como las lagartijas necesita calentarse la sangre por lo menos una vez cada vez. (29-09-2024)
Última noche en Florencia
Caminamos la noche florentina, las calles vacías del domingo. Es nuestro último sueño en esta etapa del viaje. El jardín botánico huele a lavanda y a romero, hay grillos que cantan desde las alcantarillas que rodean Santa María de las Flores (ese es su coro de ángeles), algunos vendedores callejeros insisten en el recuerdo de un Pinocho o la cabeza de David. Suenan las campanas. Sobre nosotras iluminan las estrellas. (30-09-2024)
Sala de embarque
Son distintas las esperas en las salas de espera de los aeropuertos. Aquí hay una tensión que anticipa el viaje, las personas tienen ganas de que les broten alas para remplazar al avión. Comprendemos aquí la tentación del sol que llamó a Ícaro más alto y más lejos. Toda espera es después de todo una especie de laberinto. De cera o no las alas que nos liberan son bienvenidas con gozo y confiamos en que nos lleven a salvo y felices hasta el laberinto siguiente. (30-09-2024)
Un piano en el Fiumicino
Me gustan los pianos que ponen por ahí para que cualquiera los toque porque son la posibilidad de la m úsica. También son la posibilidad del desastre: una niña aprendiendo twinkle twinkle little star; un grupo de adolescentes sin otra forma de gastar el tiempo; un tictoquer con desequilibradas lecturas sobre su talento musical. Pero también, la música y de vez en cuando un hombre con canas y lentes se sienta y pulsa y todo lo demás desaparece. Y entonces la música, que también era todo lo demás. Lo supo Rilke: la belleza y el horror son en esencia lo mismo. (30-09-2024)
VIP’s
Una mesera latina nos habla en Madrid de sus viajes a Roma. “Allá son más como nosotros”, dice, “como si se hubieran quedado atrasados”. Afuera Neptuno atisba estas tierras de Hispania, más allá de las columnas de Hércules otros dioses extienden su mandato. Los dioses nuestros. Los que tienen también sus fuentes y sus ritos. (30-09-2024)
Huir de las sirenas
Los hombres echan a correr con su sábana a cuestas como un comando paracaidista que yerra el lugar de aterrizaje y toca suelo en fuego enemigo. Esquivan a los peatones de las calles transversales, se dividen en grupos que luego se dividen a su vez para no perderlo todo, para no perderse todos, si la policía los alcanza. Son senegaleses o hijos de cualquier otra diáspora y venden gafas y camisas piratas del Real o del Barca. Sólo se tienen los unos a los otros y acaso la esperanza de que haya un cambio en la fortuna. O por lo menos que se caigan las fronteras o por lo menos que sean más rápidos sus pies que las sirenas. (30-03-2024)
Meteorito
Escribo como si hacerlo pudiera echar atrás la extinción de los dinosaurios. No pido mucho: que todo lo que tuvo alguna vez vida en la Tierra tenga otra oportunidad; que nada de lo perdido permanezca perdido para siempre sino que podamos hallarlo como quien recupera un motivo; que les amigues a quienes devoró el dolor del mundo recuerden mi abrazo y me abracen más allá de la muerte, más allá del olvido. (30-09-2024)
Inventario antes de dormir
La incomodidad de los aviones, el laberinto del metro, los idiomas mezclándose en un solo rumor sin concierto, las luces, los semáforos, los mendigos durmiendo en la Gran Vía. El viaje va llenando su cuota de impresiones y poco a poco me acerco al sueño y al descanso. Dejar caer los párpados y esperar el mañana con todas sus nuevas cosas, con todas sus cosas viejas. Sea conmigo la alegría. (30-09-2024)
Nocturno
El cabo del día, el último resto, lo que sobra de nada, lo que falta para agotarlo todo, todo, todo. Sólo así se cosecha, sólo así se alcanza lo que se persigue, lo que se busca, lo que se anhela. La precisa palabra, el silencio preciso. El poema, el poema, el poema. (30-09-2024)
“Cercana luz acuna el nido”, último taller del ciclo budista en Antimateria
Con “Cercana luz acuna el nido” cerramos este primer semestre de talleres de escritura recreativa en la librería Antimateria. Será el sábado 31 de mayo y vamos a leer y a escribir guiados por las poéticas de la ternura. ¿Qué son las poéticas de la ternura? Son eso que dice Blanche, al final de “Un tranvía llamado deseo”: “Quienquiera que sea usted, por favor, siempre he dependido de la amabilidad de los extraños”. Allá nos vemos. ¡Alegría!
Retornar siempre es comenzar de nuevo
No sé con exactitud cuanto hace que no publicaba. Las demasiadas cosas y las horas limitadas de los días me han hecho posponer, una y otra vez, la escritura del siguiente ensayo. ¿Qué cambió esta semana? Ciertamente no la cantidad de cosas, y menos la cantidad de horas. Hubo conversaciones.
La primera con Juan Pablo López, que desde su sala de escritura, Inflorescencia, me instó a revisar los tiempos y los deseos sobre lo que estoy escribiendo. De ahí aparece un renacer del compromiso. Esto, que es no-ficción, quiero que siga ocurriendo mientras mis ejercicios de ficción cobran fuerza.
La segunda fue con Camilo, mientras conversábamos sobre el borrador de mi segundo libro de cuentos, que la editorial a la que pertenece va a publicar (¿podía contarlo ya, Camilo? En caso de que leas esto y esté metiendo las patas, sabrás perdonarme. Pero, ya abierta pandora, va la noticia: habrá libro nuevo este año, les estaré contando sobre la preventa, y les invitaré al lanzamiento en Fiesta del Libro), me comentó sobre el ensayo del Himalaya. Que un ensayo dure en la memoria fue un llamado a retomar.
Finalmente, el último empujón vino del mejor lugar posible: María me dijo que extrañaba mi boletín. El amor es la fuerza. Aquí está, bella, algo así como un regreso.
A las demás personas que habían preguntado (Laura, Laura, María José, etcétera), gracias por estar atentas. Vuelvo, y veremos, y leeremos.
Ahora, regresar también significa recuperar la habilidad y replantear las dinámicas. El ensayo que comparto en esta ocasión se sintió extraño de escribir. La distancia con los textos de este tipo se siente. Confío en que poco a poco recuperaré el tino. Los poemas, por su parte, pertenecen en su totalidad al viaje de la luna de miel. He decidido empezar a publicar todo lo que escriba en poesía, sin curar ni elegir. La idea es dar una especie de “diario lírico” a la mirada ajena. No sé bien qué me motiva a esa decisión, pero confío en su criterio.
Finalmente encontraron esta vez una foto y un zappai (misma estructura del haiku, pero volcado al interior del poeta y no al exterior), que surgieron ambos como metatextos del poema “Meteorito”. La foto la tomó María Clara en el año 2009. Gracias, Clara, por esa memoria.
Hasta la próxima.
¡Alegría!
Solo de alguien con tanta abundancia cómo tú, mi Lucas, se puede desprender una inmensa generosidad. Que hijueputa alegría que estés acá.
Espero que una de las Lauras fuera yo, que sin duda extrañaba leerte y me acabo de sentar, antes de salir, para hacerle espacio a este gusto y este encuentro particular. Iba subrayando mientras leía: Literatura: saber que todo lo que ocurre es creado, y que lo inevitable también es un verso compuesto por alguien._/Hoy, en este mundo, aquí. La respuesta es la fe.
En todo caso, amigo, qué dicha leerte.
Ah, y que por fin, que hace rato buscaba eso, sentí compañía en los sentimientos que en esta tierra antigua y nueva brota: justo en los poemas del viaje. En las miradas saturadas y sorprendidas, en el mundo desigual y acogedor, en los sentimientos al frente de las vírgenes del Uffizi.
Lo de siempre, pero siempre nuevo: Gracias.